Reseña: Te veo - Marci Lyn Curtis

Hay pequeñas cosas en el día a día que hacen de nuestra vida algo grande, algo mágico, algo especial, y muchas veces ni siquiera nos damos cuenta del valor que esas cosas tienen, de lo importantes y trascendentales que pueden llegar a ser. Abrir los ojos y ver el techo de tu cuarto, el celular vibrando por la alarma que pusiste el día anterior, o a la persona que amas durmiendo a tu lado; poder presenciar el cielo mutar de piel con el pasar del día; observar a los niños mientras corren en el parque detrás de un balón… Eso que solemos calificar como algo cotidiano y recurrente, resulta realmente invaluable y definitivo para lo que hacemos, y vale la pena decirlo, es una suerte a la cual muchos no tienen acceso.

Han pasado seis meses desde que una meningitis bacteriana dejó ciego a Maggie, de 17 años. Seis meses desde que sus ojos dejaron de ver. Seis meses desde que su vida cambio por completo y ya no sabe cómo andar por ella. Pero un día, al salir de la oficina del rector de su colegio, ella se tropieza y pierde el conocimiento, y al volver en sí logra ver a un pequeño de 10 años llamado Ben, gracias al cual su realidad dará un giro de 180 grados. Esta es la premisa de “Te veo” de Marci Lyn Curtis, editado por Puck y distribuido en Colombia por Ediciones Urano.

Gracias a mi amiga Mariana por ser la modelo de esta foto.

En las casi 350 páginas que componen esta historia, nos encontraremos con un retrato al cual muchos prefieren no prestar atención por considerar ajeno, pero que está latente en todas las esferas de nuestra sociedad, y no solo me refiero a las personas invidentes, sino a cualquier limitación física o mental que un ser humano pueda tener. Maggie nos plantea un monólogo fuerte y sincero desde la perspectiva de quien cree perderlo todo al ver bruscamente afectada su cotidianidad, de quien debe ajustar por completo su vida ante las condiciones intempestivas que ahora la permean.

La narrativa de Marci Lyn Curtis es ligera, afable, se deja recorrer, y permite que el lector se meta de lleno en lo que está contando pues no lo complica en absoluto con florituras innecesarias. El tránsito por los días de Maggie resulta contradictorio por las anécdotas divertidas que vive desde que conoce a Ben, y la confusión de no saber qué es lo que le está pasando. Vale aclarar que Maggie no recuperó la visión al conocer a Ben, sino que por una extraña razón solo puede verlo a él y a lo que está a su alrededor.

La narradora nos hace partícipes de sucesos de su pasado, de sus miedos, de sus frustraciones, de sus metas, de las cosas que la afectan, de los pensamientos que no la dejan vivir tranquila, y de todo cuanto considere necesario para que entendamos de mejor manera por lo que está pasando. Esa sinceridad en el discurso de Maggie me permitió confirmar lo importante que somos para el proceso de otras personas, lo clave que puede ser una palabra bien dicha, y lo vital que resulta el aceptar que las cosas nos afectan y que necesitamos ayuda. Porque en un proceso como el de Maggie, como el de alguien que confiesa abiertamente su condición sexual, como el de quien es adicto a las drogas o el alcohol, como el de alguien que toma una decisión transcendental para su vida, o como el de cualquier persona que está pasando por un mal momento, es de vital importancia el rol y la actitud de quienes están a su lado, porque para ellos situaciones como esas tampoco son fáciles, pero con historias como “Te veo” queda claro que estos procesos requieren de acompañamiento, y que en la mayoría de los casos los resultados son mejores cuando trabajamos juntos para darles buen término.


Hubo dos aspectos que disfruté sobremanera de este libro, y fueron a Ben como personaje y símbolo de conducta, y el crecimiento de Maggie por el paso de la historia. Ben es un pequeñín excepcional, lleno de vida y con un carácter envidiable, que contagia solo buenas sensaciones, y que es claro ejemplo de que es posible salir adelante a pesar de las cosas malas que se nos cruzan. La existencia de Maggie está llena de baches, de líos y de problemas, y resulta muy interesante ver cómo todo esto se ve reflejado en su día a día y en su forma de “ver” el mundo que la rodea. Esta historia agridulce y llena de altibajos es lo que es gracias a este par de seres que, cada uno a su modo, nos muestran sus vivencias y tratan de dejarnos con ellas algo para las nuestras.

Sin embargo, no todo fue color de rosa con el libro. A pesar de que Maggie tiene una notoria evolución con el pasar de los meses, el tono en que ella va narrando muchas de las cosas me generó cierto conflicto pues no lo sentí en línea con su edad, sino con la de alguien unos tres o cuatro años menor; seguramente la realidad por la que esta adolescente está atravesando tiene mucho que ver con esto, pero por momentos no me terminaba de creer las cosas que ella me estaba contando, y quizá fue por eso que tarde más de lo esperado en terminar con esta obra. El segundo punto de discordia se dio con la historia de amor que se cuenta, con la cual no terminé de conectar en ningún momento, quizá porque nunca me tocó una así, pero bueno, seguramente para alguien con algunos años menos que yo pueda resultar mucho más satisfactoria la experiencia con este aspecto.

“Te veo” es un libro de esos que deberían dársele a conocer a más jóvenes, docentes, padres, y personas en el mundo, porque puede llegar a generar un sentido de comprensión más claro frente a cosas que pasan frente a nuestros ojos y ante las cuales no sabemos cómo responder, o simplemente preferimos evitar y dejar de lado. Un texto claro, mágico, cargado de reflexiones y que seguramente te hará valorar aún más ese pequeño gran golpe de suerte que es poder mirar el mundo como lo hacemos.

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